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viernes, 12 de abril de 2013

OJOS FIJOS

 De Jor Bon


La mirada fotográfica.
El ángulo eterno con que miro desde que llegué a terapia a pasar mis últimos días.
El paisaje es monótono, mi cuello se curva y mi cabeza siempre termina de costado apoyándose en la almohada.
Tozuda la enfermera fuerza mi postura para que mire el techo pero casi por inercia vuelvo a mi plano.
Ahí domino la escenografía: la cama de al lado con sus sábanas amarillas; las manchas de la pared, la ventana hermética y el incesante intercambio turístico de moribundos.
De tanta experiencia uno desarrolla un ojo clínico; sabe de los ojos de cáncer; de los brazos de gangrena avanzada; de rostros consumidos; del temblequeo de asmáticos crónicos.
Hoy me levanté tarde. Mis ojos ya se habían acostumbrado a los restos diurnos del último paciente.
Siempre me duermo con la sensación de que al otro día no voy a abrir los ojos.
Rutinariamente los abro tristes, pestañeo triste, veo sombras hasta que hago foco.
Generalmente son de hielo las miradas de los otros enfermos.
Pero esta vez hay chispas.
Chispas en un lugar sin combustión para moribundos.
De repente veo su mirada de paciente nueva ; cuando digo nueva no digo muerta en vida sino nueva; fresca.
Aunque fresca me quema. Desconfío de las brazas;aquí los fuegos suelen ser ilusorios.
Sin ambrago ninguno de los dos pestañeamos como en un juego.
Sus pupilas me quieren contar algo.
Sus pómulos increíblemente enrojecen como si le saliera un fuego desde abajo.
Creo que la inhibo pero sus ojos no salen de ahí.
Pienso en el lugar de procedencia de su calor femenino y me excito.
Espero disimular mi mirada lasciva o por lo menos disculparme.
Intuyo q ella ya de dormido estaba fijando su vista hacia mi, sería su presa. Por eso una vez levantado el hedor de su gualicho me arrastró.
Lleva pelo recogido como me gusta a mi.
Para un ojo sensible como el mio se deja entrever algunas canas como lo prohibido. “ Lo prohibido de su cuerpo”digo sin querer con los labios.
Ella lee todo y hace una mueca de colegiala.
Imagino sus pechos como los de una adolescente.
La mujer, con su dificultad para el movimiento, trata de bajar un poco sus sábanas, sensual.
Mis manos imaginarias llegan hasta su cama.
Es muy perceptiva, las ve llegar y no solo eso sino que las está esperando, se prepara para recibirlas.
Sus manos concretas guían a las mias imaginarias por un recorrido hacia sus rincones más íntimos.
Adivino su piel erizada, siento los escalofríos y una parte de mí se despierta.
Hacemos un pacto tácito: los dos cerramos los ojos; tenemos suficiente material fotogénico e imaginativo.
Cerramos los ojos como quien apaga la luz y nos fundimos.
Tal vez mañana no podramos abrir los ojos.
Pero no nos importa

2 comentarios:

Unknown dijo...

¡Me encantó! En los espacios más inhóspitos hay lugar para el amor y la sexualidad. De algún modo nos es tan constitutiva, tan inherente a nuestra posibilidad de ser, que la sexualidad vence aún cuando parece que todo está perdido o nos es arrebatado.

Anónimo dijo...

Excelente... de los míos para escribir! Me encanta cómo aborda la temática y coincido con Sheila. Es en estos espacios donde hay que arremangarse y dar rienda suelta a la imaginación para seguir viviendo en el amor... SILVANA MANDRILLE